Sin duda, lo primero que se agradece es su sencillez a la hora de conectarlas. Tan solo un cable usb-c (el que va a la entrada pequeñita en el frontal de la consola) con una medida de 4 metros y medio y listo. Rápido y cómodo. Decimos adiós por fin a la engorrosa instalación de las VR de 2016 con varios cables, cámara, procesador... y también a aquellos pesados y gruesos cables que iban desde el casco hasta la consola.
El diseño desde luego también ha ganado en estética, siendo ahora más redondeadas, más bonitas y muy cómodas, aunque ligeramente más pesadas, siempre y cuando las tengamos correctamente colocadas: la visera bien encajada encima de la frente y la diadema en la nuca.
Si bien los materiales en general se ven iguales, el acolchado interior que rodea la cabeza se ve ahora más resistente. Esperemos que no se pele con el uso como sí lo hacían las primeras.
También se ve modificado el diseño de las gomas que rodean los ojos, siendo ahora una pieza con pliegues, como un acordeón, para un mejor acople, lo que complica que queden puntos de entrada de luz.
Los auriculares que incluye, se sujetan en la parte posterior de las gafas mediante un punto de anclaje y el propio conector. Los altavoces pueden ser introducidos en unas piezas circulares situadas en el exterior de la diadema. De esta manera, tras colocarnos las gafas, nos será realmente cómodo y práctico retirarlos de dichas hendiduras y colocárnoslos. Y lo más importante: suenan con decencia aunque, por supuesto, mejor si tenemos unos buenos cascos inalámbricos.
Los mandos son otro gran avance. Adiós a usar el mando de la consola o los move, que eran aún peor. Los nuevos mandos circulares tienen las mismas prestaciones y botones que el mando normal pero dividido en dos. Cómodos y ligeros y fáciles de encontrar incluso con las gafas puestas. Vibración háptica, gatillos adaptativos... Quizá cuesta un poco al principio hacerse a la posición de algunos de los botones, pero eso se soluciona a base de darles uso. Además, L1, L2, R1, R2 y el champiñón detectan nuestros dedos sobre ellos, por lo que en algunos juegos podremos hacer ciertos gestos con las manos (algo sin utilidad por el momento, pero quién sabe).
Los pasos para la configuración son sencillos y bien guiados. Uno de los puntos fuertes es la configuración del espacio de juego, y es que pulsando un simple botón en el visor podremos ver nuestro entorno en cualquier momento. Es gracias a estas cuatro cámaras que el casco escanea nuestro espacio de juego y podremos personalizar, dentro de él, un área de juego para aprovechar el mayor espacio posible. Esto es especialmente importante para aquellos juegos compatibles con el modo "escala de habitación" (además de este están el modo "sentado" y el "de pie" en los que el área de juego está predeterminado) ya que nos exigirán un mínimo de 2x2 metros.
Además de calibrar la separación de los ojos mediante una rueda ubicada en la izquierda del visor, también configuraremos el seguimiento ocular. Esto hará que nuestra mirada sirva para, por ejemplo, navegar en las distintas opciones de los menús tan solo moviendo los ojos.
Al ser ahora las propias gafas las que determinan nuestra posición y movimientos, se acabaron las rarezas de un mando que apunta al lado contrario, manos que se intercambian de lugar y otros desajustes que se sufrían constantemente con las primeras VR y que lastraban por completo la experiencia. En esta ocasión, cuando algo parecía no ir bien (una mano que no viene o un arco que se queda en extraña posición) ha sido debido únicamente a que se había atascado en algún elemento del entorno y que, al igual que en la realidad, debemos esquivar para liberarlo.
La calidad de la imagen, desde luego, es muy superior. Es cierto que se sigue viendo esa pátina, esa especie de mosquitera delante de los ojos. Aunque también es cierto que en algunos títulos ni se aprecia, siendo quizás más evidente en aquellos con ambientaciones más oscuras. También en algunos momentos podremos ver pequeños destellos, parpadeos en minúsculos puntos o algún borde de sierra. Pero en general e incluso acercándonos mucho, la verdad es que se ve casi, casi como en la tele.
Esta mayor nitidez sin duda ayuda a minimizar los mareos, que no desaparecen en este nuevo modelo. Una vez más, en los primeros días, deberemos hacer sesiones cortas (hora y media aproximadamente), y descansar otra hora entre partida y partida. Ante un abuso, el mareo puede ser considerable. También es importante ver qué nos marea más. En mi caso es el giro, por lo que busco la mejor configuración o, de no ser posible, lo que hago es girar la cabeza al tiempo que el mando acompañando al movimiento. Tras cinco días de uso intermitente, hoy he jugado con ellas varias horas a la mañana y varias a la tarde y ni un ápice de mareo.
Quizá lo menos relevante sea la vibración del casco, pero las pocas veces que se ha activado ha encajado a la perfección y apoyado la ya de por sí magnífica inmersión que ofrecen.
Algo que sí es un fastidio es que, aunque podemos jugar a juegos normales con ellas configurando a nuestro gusto el tamaño de la pantalla que veamos, estos no se ven en la tele. Es decir, si queremos jugar con las VR a God of War o al Fifa, solo lo veremos nosostros, ya que la tele se queda en negro. Esto no ocurre con los títulos VR, pero diría que en las anteriores se veía en ambos casos...
Y tampoco podemos ahora, no sé si por el momento, visualizar contenido en 3D a través de ellas.
A pesar de estos últimos detalles, la experiencia con estas nuevas VR no puede ser mejor. Cómodas, con muy buena calidad de imagen y un manejo y seguimiento de los movimientos impecable.
Además, el catálogo en este momento no está nada mal. Horizon, Gran Turismo, Switchback, No Mans Sky, Resident Evil Village (y a futuro el remake del 4), Star Wars, Moss 1 y 2, The Walking Dead Saint and Sinner 2, Drums Rock, el curioso Humanity... Cierto que hay también morralla, pero disponemos ya de muy buenos títulos y los que están por venir.
¿Que son caras? Sí, pero es que es un capricho, un lujo. Y si las comparamos con las primeras que costaban realmente 520€ (gafas, cámara y moves), son solo 80€ más. La experiencia, sin duda, vale la pena.